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Restaurar un caserón del s.XVI

Mira el fabuloso proceso de transformación del patio del restaurante de tapas ‘La Bona Sort’ en Barcelona. Un restaurante situado en un antiguo caserón del siglo XVI y con una larga historia a sus espaldas

El restaurante La Bona Sort se encuentra en pleno centro de Barcelona, ubicado en un caserón con siglos de historia que ha albergado desde un hostal —Hostal de la Bona Sort— hasta una bodega de vinos a granel. En la actualidad, el restaurante está regentado por la tercera generación de una misma familia y sigue conservando las características de los hostales de antaño: un gran patio, un altillo y las cuadras. Y precisamente aquí, en lo que antiguamente eran las cuadras, es donde se ubica el actual establecimiento cuya terraza se extiende hasta el antiguo patio de acceso.

© Marcela Grassi

© Marcela Grassi

Muros y los arcos de piedra son los principales protagonistas. Un arco de ladrillo visto franquea el paso al patio descubierto por el que se accede a los tres porches que configuran los 300 metros cuadrados de terraza, donde se ha conservado el pavimento de piedra original para unificar visualmente las distintas zonas cubiertas y descubiertas que conforman la terraza. (ver artículo completo en www.jordiginabreda.com)

La conservación de todos los elementos originales, especialmente el patio de piedra, ayudan a imaginar el paso del tiempo. © Marcela Grassi

La conservación de todos los elementos originales, especialmente el patio de piedra, ayudan a imaginar el paso del tiempo. © Marcela Grassi

Al fondo de la terraza se encuentran los otros dos porches. Uno de ellos juega con la historia del edificio, y el paso del tiempo queda evidenciado en una de sus paredes, donde se ha dejado que musgos y líquenes crezcan sin control.

© Marcela Grassi

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La Crítica, el ‘pero’:

Esta es la parte que menos me ha gustado. ¿Qué puede llevar a un arquitecto a encerrar un espacio dentro de otro espacio? Provocar esa sensación innecesariamente y "techar" lo ya-techado me reduce claustrofóvicamente a rechazar la idea. Una lástima... el resto me resulta impecable.

Esta es la parte que menos me ha gustado. ¿Qué puede llevar a un arquitecto a encerrar un espacio dentro de otro espacio? Provocar esa sensación innecesariamente y «techar» lo ya-techado me reduce claustrofóbicamente a rechazar la idea. Una lástima… el resto me resulta impecable.

© Marcela Grassi

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