En realidad, las reuniones de familia son una forma democrática y práctica de asegurar la convivencia en la familia. Todos pueden opinar, pero también, todos son responsables de llevar a cabo lo acordado. Y como resultado verás que tienen su papel claro dentro de la familia, la vida familiar parece más organizada y la convivencia entre todos mejora porque se va estructurando entre todos.
Pero, ¿cuáles son las pautas para que las reuniones de familia tengan éxito?
- En primer lugar, asegúrate de que están TODOS: un niño de 4 años ya puede participar.
2. Recuérdales al inicio que todos tienen VOZ, VOTO y por lo tanto, RESPONSABILIDADES.
3. Elige bien el sitio de las reuniones de modo que no haya distracciones: apaga la televisión, dejad los móviles en silencio sobre la mesa, no dejes nada en el fuego, etc…
4. Y comienza la reunión… una costumbre interesante es comenzar diciendo cada uno un par de cosas buenas de los otros: se crea un ambiente amable.
5. A continuación el portavoz –normalmente el padre o la madre–, explica el motivo de la reunión. Por ejemplo: el reparto de encargos; el orden en los armarios o la organización en vacaciones. A continuación el portavoz pide opinión y comienzan las propuestas. Y así, poco a poco, todos intervienen.
6. Las reglas son para todos y el cumplimiento también. Si se ha acordado que hay que recoger los platos después de cenar y ponerlos en el lavavajillas, nadie puede librarse de esta tarea, ni los niños ni los padres.
7. Y como en cualquier empresa, es bueno que haya una agenda sólo para esto: “La Libreta de las Reuniones de la Familia”: anotáis la fecha, los temas tratados, a qué acuerdos se ha llegado y quiénes serán los responsables de ejecutarlo.
8. Procura que no sean demasiado largas pero sí efectivas.
9. Y termina siempre con alguna sorpresa como, por ejemplo, la entrega de la paga, o anunciar un plan especial, o que por fin se acomete alguna mejora en la casa que están pidiendo todos, etc.
¿Por qué funcionan las reuniones de la familia?
– Porque todos participan en las soluciones. Los niños se implican más al ver que sus propuestas se tienen en cuenta. Y entonces, crecen y se refuerza su autoestima.
– Porque es una forma de conocernos mejor. A veces no conocemos bien la forma de razonar de nuestros hijos en los conflictos no-caseros y esta es una buena ocasión para observarles y aprender cuáles son sus sentimientos, o su estructuración mental o sus inquietudes.
– Porque es una forma de encontrar soluciones a los problemas de convivencia. Hablando se entiende la gente. Por lo tanto, que nadie se levante herido, se piden disculpas y se celebra siempre.
– Porque aprenden cómo pensar en lugar de qué pensar. No dar criterio sobre qué está bien y qué mal … quizá es más difícil lograr que ellos lleguen a esa idea con su proceso personal.
– Porque los niños se fijan si sus padres cumplen con los encargos. Hay que tener en cuenta que el buen ejemplo es mejor que mil reuniones.
– Porque los niños también pueden proponer temas desarrollando la capacidad de observación y la parte ejecutiva de sus propuestas. No basta dar una idea sino que “te toca ejecutarla”. Por ejemplo, si dices que no te gusta ir al campo los fines de semana porque ‘siempre’ es el mismo plan, debes proponer una salida alternativa y organizarla tú hasta el final.
– Porque pueden aprender que los errores son una oportunidad para aprender y ser más responsables.
– Porque los padres deben saber escuchar, negociar y debatir. Esta actitud les acompañará a lo largo de su vida. Se fijan en cómo nos tratamos y aprenden a ser amables y ceder.
– Y porque, finalmente, estas reuniones las extenderán a su vida personal: es decir, aprenderán a colaborar en casa o en clase, con los abuelos o con un compañero. Dará igual el sitio en el que estén. Serán personas con criterio propio. Si en casa se recoge un papel del suelo, se debe hacer por igual en la calle o en el colegio o allá donde estén.
¿Y qué pasa si no se cumple lo acordado?
Pues vuelta a empezar. Se ha de confiar en la capacidad de cada uno para sacar adelante lo pactado. Y si hay problemas es bueno ver qué ha pasado sin hacer un drama pero recordando los beneficios de su cumplimiento.
Te animo. Al principio, suele ser un poco complicado hasta que todos van entendiendo que la vida familiar se resuelve mejor con reuniones que sin ellas. Mi consejo es que perseveres porque las ventajas son reales.
Es muy interesante y práctico,como siempre ayudando,enhorabuena
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