Su consumo se asocia con un efecto protector frente a varias enfermedades.
Las personas que consumen cereales integrales tienen menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y cáncer. También tienen menor probabilidad de morir prematuramente, y en concreto por ictus, enfermedades respiratorias, infecciones y diabetes. Es lo que concluye una revisión publicada en la revista The BMJ , y que combina los datos de estudios realizados en Europa, EE.UU. y Asia. Los efectos positivos de ingerir cereales integrales se empiezan a producir a dosis bajas, según explica por correo electrónico Dagfinn Aune, investigador del Imperial College London y autor principal del trabajo. Con tan sólo treinta gramos diarios, lo que equivaldría a una rebanada de pan mediana, ya se observan beneficios, y éstos se incrementan con ingestas superiores. “Por eso, espero que el estudio influya en las políticas y recomendaciones nutricionales”, declara Aune. Para llegar a estas conclusiones, los autores revisaron 45 estudios observacionales, en los cuales se registraron los hábitos alimenticios de la población y se siguió su evolución a lo largo de un tiempo que varió entre 4 y 26 años.

Los efectos protectores de los cereales se deben a su alto contenido en fibra (lavanguardia.com)
Los investigadores atribuyen el efecto protector de los cereales integrales a su alto contenido de fibra, que no es digerible por nuestro aparato digestivo. La fibra favorece el tránsito intestinal, disminuye la absorción de azúcar durante la digestión e inhibe la producción de colesterol en el hígado. Además, la microbiota intestinal puede digerir algunos tipos de fibra, lo que afecta favorablemente a su composición.
Carmen Vidal, catedrática de Nutrición y Bromatología, y Andreu Farran, coordinador del Grupo de Investigación en Nutrición Aplicada, ambos de la Universidad de Barcelona, apuntan que ya hace años que se sabe de los beneficios de ingerir cereales integrales y otras fuentes de fibra como las frutas, las verduras y las legumbres. Sin embargo, según Farran, el estudio representa una comprobación de gran “robustez científica”.

Composición del grano de trigo. En el proceso de refinado se elimina el salvado y el germen, con lo que se pierden los nutrientes que contiene. (Elsa Velasco, lavanguardia.com)
Vidal señala, por otro lado, que otros factores además del consumo de cereales integrales pudieron contribuir a los resultados. “Las personas motivadas para comer cereales integrales probablemente también tengan otros hábitos saludables, como hacer ejercicio o tomar poco azúcar.”
La Generalitat de Catalunya, así como varias asociaciones de nutrición estatales, aconsejan dar preferencia a los productos integrales siempre que sea posible. Aun así, la población sigue consumiendo mayoritariamente las variantes refinadas, ya que las encuentran más atractivas y los problemas de salud aparecen sólo a largo plazo, explica Farran. El investigador también destaca la influencia de las campañas publicitarias en los hábitos de consumo. Para Vidal, el problema viene de lejos. “En los años sesenta se consideró como un avance el poder refinar los cereales. En aquella época se pensaba que la fibra no tenía ningún valor nutritivo”, argumenta.
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