Acepto una invitación a Ginebra dispuesta a disfrutar de este país tan pequeño y sorprendente. Preparo mi ruta cultural y gastronómica a la vez que voy buscando ideas para compartir con todos mis seguidores. Empecemos por su cocina y los dos elementos más conocidos: el queso y el chocolate.
La cocina suiza combina las influencias de la cocina alemana, francesa y del norte de Italia
Sin embargo, a pesar de las diferencias regionales muchos platos han atravesado las fronteras locales y se han hecho muy populares en toda Suiza. Por supuesto que en algún momento hay que probar:
La fondue: seguramente el plato más importante del país. Más sencillo, imposible: queso fundido servido en una cacerola de hierro esmaltado que se come rebañando un trozo de pan pinchado en un tenedor. Se toma acompañado de vino blanco o infusiones pero nunca con agua.
- La raclette: media rueda de queso que se funde progresivamente, por capas, y se raspa con un cuchillo plano para acompañarlo con patatas pequeñas.
- El rösti: una especie de tortilla plana, frita en mantequilla o grasa caliente en un sartén, que consiste en patatas hervidas (Gschwellti) o crudas, fijadas entre sí por medio del almidón contenido en las patatas.
- Sopa de chalet: potaje de batatas, habas, nabos y macarrones.
- Älplermagronen: una especie de gratinado de patatas, macarrones, queso, nata y cebollas. Y con una guarnición que no debe olvidarse: manzanas tamizadas.
- Sopa de harina: plato tradicional del carnaval de Basilea que está confeccionada con una salsa de harina tostada y cebollas cortadas en aros.
- Le Bölletünne: tarta de cebollas con lonchas de tocino, nata ácida, huevos y comino.
- Los malakoffs: buñuelos de gruyère salado.
- Pan de peras: empanada rellena con una pasta de peras y vino tinto, con higos, ciruelas secas, dátiles y una mezcla de almendras, nueces y avellanas. ¡Locuraaa!
- El muesli: el desayuno más famoso del mundo fue inventado aquí en 1897 por el dietista Bircher-Benner de Zurich. Los suizos lo llaman Birchermuesli en honor a su inventor.
Queso suizo
Podría emprenderse con facilidad una vuelta por toda Suiza viajando de una quesería a otra.
Cada paisaje y cada región del país tiene sus propias variedades de queso suizo– es increíble cuántas pueden fabricarse de un solo producto básico: la leche. El aromático queso Appenzellero el queso fresco Sbrinz, por ejemplo.
El queso perforado Emmentaler. El famoso queso Gruyère. O bien el queso Tête de Moine raspado en forma de rosetones decorativos. Todos estos quesos – y otros 450 variedades de queso – convierten un fondue, un raclette y un típico almuerzo «Zvieri-Plättli» en una gran experiencia culinaria.
Una auténtica mina de especialidades de queso son los puestos de venta de los campesinos y comerciantes de queso en el mercado semanal. Muchos de ellos provienen directamente de los pastos alpinos y los cortan ahí mismo con la consiguiente degustación. También hay varias queserías de demostración y las bodegas de queso alpino valen la pena visitar si lo solicitas con tiempo. Es una experiencia muy original.

La casa de Gruyere. Foto: http://www.moleson.ch
Si, como a mi, os encanta el queso, no debéis perderos los pueblos que quedan en las inmediaciones de Gruyères: Pringy y Moléson. En Pringy se ubica la quesería-demostración, una construcción XXL que es una hibridación de tienda de recuerdos, restaurante y quesería abierta al público. Aunque la fabricación del gruyère es industrial, existe la posibilidad de degustarlo. La quesería de Moléson, por el contrario, es totalmente artesanal: una casa de madera que se remonta al siglo XVII, la fromagerie d´alpage (quesería de altura), una réplica de las queserías de verano de los pastores que pasaban las temporadas de calor con sus rebaños en los Alpes.

La casa de Gruyere. Foto: http://www.moleson.ch
Chocolate suizo
Un imprescindible que no puede faltar en nuestra ruta por esta espléndida ciudad. Hoy en día hay posibilidad de encontrar todo tipo de deliciosos chocolates suizos en las tiendas más importantes de Ginebra
El chocolate llegó en el curso del siglo XVI a Europa. A más tardar en el siglo XVII se conoció y produjo en Suiza. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el chocolate suizo comenzó a adquirir fama en el extranjero. Ello está estrechamente relacionado con el invento del chocolate de leche por Daniel Peter así como por el invento del concheo de chocolate (chocolate fondant) por Rodolphe Lindt.
Suiza no sólo exportaba chocolate sino también chocolateros, cuyos nombres se conocen aún hoy en día: los hermanos Josty que abrieron en Berlín su famosa tienda de chocolates o bien Salomon Wolf y Tobias Béranger que tenían en San Petersburgo el famoso Café Chinois. Los hermanos Cloetta abrieron fábricas de chocolate en Escandinavia, , Karl Fazer inauguró la primera confitería en Helsinki – de ésta nació más tarde la marca Cloetta-Fazer. Incluso el chocolate belga tiene raíces suizos: Jean Neuhaus abrió en Bruselas una confitería y su hijo Frédéric inventó en 1912 el confité relleno de chocolate.
Por supuesto que me voy de Ginebra con una buena carga de chocolate Lindt y queso para hacer una fondue en cuanto llegue a casa. El toblerone, típico por su forma que recuerda a los Alpes y al Mont Blanc, te lo encuentras en todos los sitios.