Los expertos creen que no hay que demonizar estos dulces de colores compuestos en su mayoría de azúcar, pero sí controlarlos
Siempre podremos hacer las chuches en casa de un modo mucho más sano. elmundo.es
Sus llamativos colores y atractivas formas invitan a comerlas, y tienen un sabor frutal al que pocos pueden resistirse. Y no sólo los niños. Hablamos de las chucherías: moras, fresones, corazones, ositos de gominola, regalices… Todas diferentes pero con características comunes: son blandas, gomosas y su componente principal (aproximadamente un 70%) es el azúcar. Este ingrediente y sus derivados, como el jarabe de glucosa, fructosa, sacarosa y galactosa, entre otros, es lo que les aporta ese sabor dulce, pero ¿cómo se consigue la textura de goma blanda? «Es debida a la gelatina, una sustancia que no tiene sabor ni color, que procede de los huesos, cartílagos y piel de los animales. Aunque actualmente también se elaboran con sustancias vegetales como las pectinas (aptas para veganos)», asegura Nerea Cenoz, dietista y nutricionista del centro homónimo, en Pamplona.
Cada golosina tiene su propia receta, ésa que le da un sabor, olor y color propios, de lo que se encargan los aromas y colorantes. Por otro lado, los acidulantes potencian el sabor, además de conservar el producto, y los gelificantes permiten darles diferentes formas. Las hay recubiertas de azúcar y ácidos, y otras son lisas, con una capa de aceite vegetal o cera de abeja para darle ese aspecto brillante y apetecible. La mayoría de las marcas también incluye una proporción pequeña de zumos de frutas para evitar los aditivos artificiales y almidones (fécula de patata o maíz).
Detrás de una bolsa de 100 gramos de gominolas se esconden 375 calorías. Una bolsa de frutos secos tostados del mismo peso tiene unas 600, por lo que, visto en perspectiva, los dulces no son los aperitivos que más energía aportan. En cualquier caso, se trata de azúcares simples que sólo aportan calorías vacías sin ningún beneficio nutricional. Pero hay que pensar en estos dulces como lo que son: premios esporádicos que «nunca deberían ser consumidos a diario», por lo que si los comemos «en pequeñas cantidades, no serán perjudiciales», afirma Cenoz.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja reducir el consumo de azúcar a menos del 10% del total de calorías de la dieta diaria, lo que equivaldría aproximadamente a 50 gramos o 12 cucharitas, con el objetivo de evitar la diabetes y reducir las caries y la obesidad, un problema que afecta a casi un tercio de la población mundial.
Aunque entre los adultos también tienen su público, los principales consumidores de golosinas siguen siendo los niños. Sus ojos se iluminan ante un escaparate lleno de coloridas chucherías y, en ocasiones, a los padres se les hace difícil decirles que no. No se trata de prohibírselas, tampoco es necesario demonizarlas, pero los expertos aconsejan limitarlas. Para la dietista, una buena educación nutricional es fundamental. «En consulta aconsejo a los padres que sólo se consuman en fin de semana si el niño lo demanda. También es importante que no utilicemos las chuches como premio o castigo», continúa. Eso sí, antes del año no deberían probarlas, y tampoco es aconsejable que las tomen los menores con sobrepeso. Leer +