aeg.es- Increíble pero cierto. Un plato blanco y redondo provoca que la comida nos sepa más dulce mientras que uno cuadrado y negro potencia los sabores amargos. Desde siempre hemos pensado que el sabor se percibía únicamente en nuestra boca y más concretamente en nuestra lengua.
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Sin embargo la realidad es que la lengua es el factor que menos importa en lo que respecta al sabor, influye más lo que vemos, oímos u olemos y la forma en que nuestro cerebro lo combina todo y nos convence de que lo que tenemos en la boca tiene tal o cual sabor. AEG ha hecho una serie de cuatro episodios sobre saborología. Vale la pena verlos. Leer +