Coge un bote de cristal y asegúrate de que tienes todos los ingredientes que te mostramos.
Paso 1:
Marca con un rotulador permanente un círculo en la tapa del bote (aluminio, es más blando). Con la ayuda de un martillo y un clavo –cuanto más grande mejor para evitar que te golpees los dos dedos y para ir más rápido– sigue de uno en uno la forma. >>
Paso 2:
Introduce la parte del casco de forma que la rosca que alojará la bombilla quede bien encajada en el interior. Protege el cordón –son más bonitos de algodón negro, a la antigua– con un poco de cinta y si tienes spray o laca protégelo un poco.
Paso 3:
Déjalo secar un par de horas y ya estará listo. Recuerda que en el otro extremo deberás proteger la conexión o bien buscar un florón y pintarlo en negro si no te lo han vendido igual que el de la bombilla. Puedes usar la tapa de otro bote que tengas al que le harás otro agujero con el taladro. Pasa un poco de cordón para anudarlo a algún cáncamo que pongas en el techo.
Paso 4:
Prepara tu bombilla, busca alguna que consuma menos y que sea transparente.
Y para terminar:
Cuélgala donde más te guste: en la cocina, en el baño, en un rincón de lectura.
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